domingo, 10 de julio de 2011

En campo minado

Hoy, el gobernador del Estado de México está en los cuernos de la luna. En el PRI nadie discute que él será su soldado para regresar a Los Pinos. Sin embargo, esto puede cambiar. La lucha de egos con algunos líderes de su propio partido y el estigma que lo une a poderosos grupos de interés, pueden hacerlo caer intempestivamente.

En la Casa del Estado de México hay algarabía. Dicha sensación es producto de una circunstancia que, al mismo tiempo, alimenta el optimismo hacia futuras conquistas. La reciente elección en la entidad, que dejó claro quién manda allí, ha provocado la frenética percepción de que Enrique Peña Nieto es el virtual candidato del PRI a la Presidencia de la República. Sin embargo, esta historia podría tener un giro de 360 grados.  
En estos momentos, en el PRI crece el consenso en torno de la figura del gobernador mexiquense y su “indiscutible” –así lo dicen– arrastre para encabezar el gran sueño que los priístas albergan desde el 2 de julio de 2000, cuando sufrieron su más serio descalabro frente a la figura de Vicente Fox: regresar a la residencia oficial de Los Pinos. 
Bajo este escenario, El Semanario se dio a la tarea de hablar con analistas y priístas en activo para que dibujaran los diferentes escenarios a los que se enfrentará el priísta número uno para seguir en su carrera rumbo a la sucesión presidencial.  
El consenso alcanzado dice: el gobernador mexiquense no es un político indestructible, todo lo contrario, su creciente poder e influencia, paradójicamente, lo colocan en campo minado pues se convierte en el enemigo a vencer, en el político que será acosado por los reflectores; consecuentemente, en el personaje que tendrá que andar con pies de plomo, si es que pretende seguir cabalgando en caballo de hacienda hacia Los Pinos.
“El PRI es ordenado cuando tiene la Presidencia, cuando no (como es el caso actual), se vuelve un partido más complejo”, destaca Humberto Roque Villanueva, ex dirigente nacional del partido tricolor.
Entonces, siguiendo esta lógica, la sentencia otorgada por las fuentes consultadas establece una máxima: que, en la política, los triunfos no son eternos y todo cambia en un santiamén.
Así, entre sus desafíos estará mantener con plomo la unidad en el PRI; apagar los egos de sus adversarios, como Manlio Fabio Beltrones; afinar una política de gobierno transexenal; arrancarse el estigma de ser un alfil de Carlos Salinas de Gortari y, al mismo tiempo, una estrella iluminada por la televisión. 
Por lo pronto, Enrique Peña Nieto es hoy un claro contendiente por la Presidencia de la República en 2012. Es más, si hoy se realizaran los comicios no sólo ganaría, sino que arrasaría con sus rivales y regresaría el PRI al poder; sin embargo, ello no lo exenta de sufrir un resbalón que tiraría todas sus aspiraciones y las del partido que lo cuida como la niña de sus ojos.
Sí, actualmente el gobernador mexiquense está en la mira de todos y será blanco de diversos ataques en contra de su imagen y de su gestión en el Estado de México. Todo, con tal de restarle puntos en las preferencias preelectorales rumbo a las urnas de 2012.
En este sentido, y en lo que se antoja una repetición de la guerra sucia emprendida en 2006 contra el entonces puntero Andrés Manuel López Obrador, es predecible que los ataques hacia Peña Nieto suban de intensidad con el objeto de reducir lo máximo posible la abrumadora ventaja que hoy presume.
Y esto obedecerá a una lógica tan sencilla como popular: según el tamaño del sapo, será el tamaño de la pedrada.

Candidatura, a un paso
El destino de la candidatura presidencial del PRI es más que cosa juzgada. Los números y las diversas lecturas políticas de éstos no son más que argumentos a favor de Enrique Peña Nieto, quien recibirá oficialmente el apoyo de su partido en cuanto las manecillas políticas hagan ondear la bandera de salida.
En este sentido, el estudio más reciente de Consulta Mitofsky sobre la elección de 2012 señala que en la búsqueda del cobijo priísta para la Presidencia sólo hay dos nombres: Enrique Peña Nieto y Manlio Fabio Beltrones; aunque las preferencias entre simpatizantes favorecen al gobernador del Estado de México, quien obtuvo 87.1% de respaldo, contra 7.6% del senador sonorense.
Además, según el informe “2012. La elección”, el mexiquense supera en conocimiento y opinión entre los priístas a Beltrones por un margen cercano a los 50 puntos, en cada uno de los indicadores.
Por otro lado, y abriendo el abanico, en lo que respecta al conocimiento y saldo de opinión entre los ciudadanos, el documento señala que sólo Andrés Manuel López Obrador supera a Peña Nieto en el porcentaje que lo conoce, con 95.8% contra 93.6% del mandatario estatal. Sin embargo, respecto al saldo de opinión, el priísta registra 30.1 puntos, que lo ubican muy por encima del -13.0 del político de izquierda.
Mientras tanto, el resto de los presidenciables Marcelo Ebrard, Santiago Creel, Josefina Vázquez Mota, Manlio Fabio Beltrones, Javier Lozano, Alonso Lujambio, Emilio González, Ernesto Cordero y Heriberto Félix, en ese orden, se encuentran por debajo del político mexiquense.
Por último, entre los diversos escenarios sobre la terna de los aspirantes de PRI, PAN y PRD, en las que aparece Enrique Peña Nieto, es proyectado como ganador contundente con un porcentaje superior a 45% de las preferencias, derrotando lo mismo a AMLO, Ebrard, Vázquez Mota o Creel.
Por otro lado, según destacó en su momento el analista político y encuestador Jorge Buendía, con Peña Nieto como candidato, el PRI lleva una cómoda ventaja sobre cualquier abanderado del PAN o PRD, y sin él la elección se torna altamente competitiva y la ventaja priísta se ve ampliamente mermada (lo cual se refuerza con los resultados del mencionado estudio de Consulta Mitofsky).
Por ello, no es de extrañarse que la figura de Peña Nieto permanecerá en el ojo del huracán hasta la fecha de la elección o hasta que sus adversarios logren derrumbarlo; así, los priístas cuidarán de él como la luz de sus ojos y no permitirán que ninguna ráfaga política despeine siquiera al mexiquense.

Acoso, inevitable
Así, los golpes que hasta el momento se han lanzado en contra de Peña Nieto –lazos con Televisa, la muerte de su esposa Mónica Pretelini, la paternidad fuera de matrimonio, el encubrimiento de la corrupción de su antecesor Arturo Montiel y demás archivos de su expediente negro– no han tenido el efecto deseado, por lo que ahora la consigna de sus opositores será encontrar el hecho más oscuro o la faceta más desagradable del mexiquense para, en el mejor de los casos, no disminuir su ventaja, sino sacarlo por completo de la contienda electoral.
Los expertos coinciden en que la actual posición de Peña Nieto lo convertirá en el blanco de los ataques; sin embargo, cuestionan la verdadera efectividad que tendrá la “marrullería” en su contra.
Así, Humberto Roque Villanueva, quien en su momento buscó la candidatura priísta a la Presidencia en 2006, señala que la guerra sucia “está en su cuarto menguante” y que Peña Nieto “ya está vacunado” contra los ataques, por lo que augura que una campaña de desprestigio no surtirá efecto en el político mexiquense.
“El electorado verá en Peña Nieto la visión a futuro. Nada más. Además, los ataques tendrán que darse en la informalidad, pues la ley hoy prohíbe la propaganda negra en los medios de comunicación, y aún así, en estos canales informales hay equilibrios que neutralizarán esos golpes bajos. Por ello no veo preocupante esa parte”, enfatiza el ex dirigente priísta.
Por otro lado, el politólogo Leo Zuckerman augura que los golpes “serán con todo” y por diferentes flancos, pero que dependerá de cómo responda a ellos el gobernador para determinar qué impacto tendrán en él. “Si las pedradas son las mismas que se han estado dando en los últimos meses, éstas le resbalarán a Peña Nieto; en la medida que haya nueva información, pedradas muy escandalosas, el juego cambiaría”, señala.
La cacería seguirá vigente hasta que Peña Nieto caiga o se celebren las elecciones, lo que ocurra primero, donde el pronóstico es reservado.
Por lo pronto, el primer episodio es visto como una victoria para el “virrey” mexiquense.

MISIÓN: DERROTAR ESTEREOTIPOS
Una de las principales batallas de Enrique Peña Nieto, bajo la lógica de los analistas, será en contra de su propia imagen. Si bien es visto como el priísta con mayor aceptación entre los militantes y un amplio sector de la población, deberá luchar en contra del estereotipo que hoy lo encasilla como un político a modo, un producto de los grandes medios de comunicación y un actor de mediana altura sin la experiencia necesaria para dirigir al país.
La tarea no será sencilla, advierten los expertos; sin embargo, coinciden en que el gobernador mexiquense ya comenzó a trabajar en ello y los resultados electorales del pasado 3 de julio son muestra de ello.
En este sentido, la nominación de Eruviel Ávila como aspirante del PRI a la gubernatura del Edomex fue vista como un doble acierto de Peña Nieto, pues eligió al personaje más popular y con un perfil independiente –que no forma parte de la dinastía del Grupo de Atlacomulco–; al mismo tiempo, mantuvo la unidad de los priístas al no imponer un candidato más cercano a él –ideológica y filialmente– como Alfredo del Mazo, el alcalde de Huixquilucan que era visto como el delfín del mexiquense.
Si bien esto da una muestra de su capacidad como estratega político, cantar victoria por ello sería un pecado de peligrosas consecuencias.
Bajo la lupa de los expertos, Peña Nieto no se ha destacado por su agudeza política ni postura propositiva ante los grandes temas –donde se le cataloga más bien de esquivo–, por lo que el trabajo en torno a estos aspectos de su “imagen política” será relevante en el reforzamiento de su eventual campaña presidencial, donde deberá mostrar ante todo la capacidad y la experiencia necesaria para gobernar al país.
“Tiene la necesidad de demostrar que no es un producto mediático, sino un político hecho y derecho con proyección presidencial”, subraya el politólogo José Fernández Santillán.
Además, destaca el analista, su imagen deberá defenderla y mejorarla no sólo en el país, sino también en el exterior, donde la presión del gobierno federal se siente a través de una guerra sucia en contra del PRI, ya que esto debilitaría su presencia entre los actores externos y una eventual administración peñista.
El reto, en resumen, es sacudirse el estereotipo que hoy lo marca como una estrella de relumbrón y endurecer sus bases, que son consideradas más endebles en comparación con las de otros políticos con mayor carrera, en gran medida porque su posicionamiento no ha logrado la solidez necesaria.
“El gran reto de Peña Nieto es mostrar que es un personaje que va más allá de ser un maniquí construido por las televisoras y la mercadotecnia; demostrar que tiene la capacidad para dirigir al país”, concluye el analista político Leo Zuckerman.

UNIDAD, CLAVE
Uno de los principales retos de Peña Nieto, y que podría convertirse en su Talón de Aquiles, es la unidad del PRI en torno a su figura. Si bien el apoyo de las bases priístas al gobernador mexiquense es fuerte, aún queda pendiente cerrar por completo las filas a su alrededor y frenar las aspiraciones personales de terceros que supondrían un riesgo para la estabilidad interna.
“El PRI es ordenado cuando tiene la Presidencia, cuando no (como es el caso actual), se vuelve un partido más complejo”, destaca Humberto Roque Villanueva, ex dirigente nacional del partido tricolor.
Así, la unidad se verá reflejada en dos grandes campos:
El primero será resultado del esfuerzo entre Peña Nieto y Humberto Moreira, líder nacional del partido, para la construcción de un partido unificado y ordenado que arroje una candidatura sólida y sin fracturas, que buscará romper la racha negativa de las dos elecciones presidenciales anteriores –2000 y 2006– donde el común denominador fue la confrontación y los ataques entre priístas. Basta recordar el caso del TUCOM (Todos contra Madrazo).
El segundo punto estará alrededor de la figura del senador y aún suspirante por la candidatura priísta, Manlio Fabio Beltrones, quien aún causa cierto resquemor al interior de las filas del partido.
No pocos observan los esfuerzos del político sonorense para obtener la posibilidad de contender por la Presidencia de la República, razón por la que aprieta la cuña y se niega a dar su brazo a torcer.
No obstante, el legislador es consciente de que esa oportunidad cada día es más lejana y que favorece al mexiquense, por lo que ahora sus baterías se enfocarán en reforzar su posicionamiento como “Plan B” del PRI, en caso de que Peña Nieto caiga, y así presionar para colocarse por lo menos en la primera línea de un eventual gobierno del mexiquense y desde ahí comenzar su candidatura presidencial hacia 2018.
Bajo estos términos, los expertos consultados descartan de antemano un fuego amigo de Beltrones en contra de Peña Nieto, pues, destacan, la astucia y habilidad política del sonorense le advierten que atacar a la estrella del priísmo actual, además de infructuoso, resultaría peligroso para el propio Manlio Fabio.
“Si bien los priístas coinciden en que van por el camino correcto, aún hay algunos que siguen especulando, en específico, Manlio Fabio Beltrones, quien no ha dado su brazo a torcer y lanza constantes mensajes de que él también quiere una parte del poder”, destaca el politólogo José Fernández Santillán.
En fin, controlar esos detalles y mantener la unión al interior del partido permitirá al gobernador establecer una candidatura bien cimentada.

EL NUEVO PRI VS EL DINOSAURIO
Quizá el reto más complicado para el suspirante a Los Pinos será el mismo PRI, que paradójicamente es el elemento principal que hoy le da la oportunidad de contender por la batuta del país.
La tarea no será pelear en contra del partido ni de su ideología, sino más bien combatir la negativa percepción ciudadana que por décadas ha acompañado al grupo tricolor –que en el 2000 ocasionó su salida de Los Pinos– y hoy, de no trabajarse adecuadamente, supondría el principal obstáculo para regresar al poder luego de 12 años sumergidos en la oposición.
En este sentido, el mandatario estatal deberá exhibirse como pieza clave en la renovación del partido y combatir la vieja imagen de una institución autoritaria que busca el poder por el poder y no ve en la administración pública el beneficio para la sociedad, así como transmitir el mensaje de un nuevo PRI que reconoce los errores del pasado y hoy está dispuesto a adaptarse al entorno democrático.
Sin embargo, así como en la construcción de unidad, esta tarea no corresponderá exclusivamente a Peña Nieto, sino que también recaerá –y en mayor medida– en manos de Humberto Moreira.
Así, ambos deberán demostrar que el partido aprendió el castigo impuesto en las urnas durantes las elecciones de 2000 y 2006, y que ha cambiado.
De esta forma, el análisis Jorge Buendía señala que a diferencia del gobernador mexiquense, Manlio Fabio Beltrones o Beatriz Paredes –más allá de que su posicionamiento sea inferior– representarían la pérdida de credibilidad en el partido ante lo que sería visto como una carencia de cambio, dado que estos personajes son ligados al viejo régimen del PRI, al del dinosaurio, al que se rehúsa a cambiar.
“En un contexto donde la mayoría del electorado mexicano es menor a los 45 años de edad, postular a un candidato que no representa generacionalmente a la población significa un alto riesgo”, señala el experto Jorge Buendía.
Aunado a esto, José Fernández Santillán, catedrático del ITESM campus Ciudad de México, considera que “Peña Nieto deberá dejar claro que el regreso del PRI no es un retroceso, que no vuelve el PRI de 1929, sino un partido que aprendió de sus errores y está dispuesto a cambiar su veta autoritaria y adaptarse a la democracia”.
“Más que hacia dentro, deberá convencer hacia fuera del PRI”, complementa el analista Leo Zuckerman.
Sin embargo, esto no será fácil, pues los rivales y opositores a Peña Nieto no dejarán la oportunidad para señalarlo como una pieza más, un mero operador de personajes como Carlos Salinas de Gortari, cuya misión es disfrazar los viejos modelos y prácticas con la piel de una propuesta nueva y restauradora.
Así, de no lograrlo, la carga para el gobernador mexiquense sería demasiada y le restaría velocidad en la competencia, disminuyendo la ventaja sobre sus rivales y poniendo en riesgo lo que hasta hoy –independientemente de lo que pueda suceder más adelante– es vista como una inevitable victoria en las elecciones de 2012.

COMPROMISOS, NO PROPUESTAS
Dentro de los grandes temas que deberá tratar Peña Nieto sin necesidad de esperar que se le entregue oficialmente la candidatura, se encuentra la conformación de un equipo de trabajo con miras a 2012 y esbozar un programa de gobierno.
En este sentido, señalan los expertos, si bien su actual equipo ha sabido responder a las exigencias que el gobierno del Estado de México, buscar el cargo más importante del país necesita de engrosar e incluir a nuevos personajes en un grupo que se desempeñará a nivel nacional.
“Fue un buen equipo el que tuvo en el Estado de México, pero una cosa es una gubernatura y otra es contender por la Presidencia. Ahora, deberá sentarse y pensar en quiénes llevarán su campaña y quiénes integrarían su gabinete”, menciona el politólogo José Fernández Santillán.
Por ello, deberá comenzar a revisar perfiles y buscar talentos para integrarlos en un nuevo equipo de trabajo capaz de cumplir con los objetivos que requiere pelear por la Presidencia de la República.
“Tendrá que realizar la integración de un buen equipo de trabajo, en que se incluyan otro tipo de figuras y se demuestre que hay espíritu de apertura y capacidad”, opina el ex dirigente priísta Humberto Roque Villanueva.
Aunado a esto, Peña Nieto deberá comenzar a elaborar y clarificar un programa de gobierno que servirá de plataforma a sus aspiraciones presidenciales y hoy es vista como un área de oportunidad importante para el gobernador, pues en él deberá concretar su propuesta política, plasmar en lo que ésta y no está de acuerdo en la conducción del país, así como dejar a un lado las apreciaciones tan generales en las que se ha escudado para evitar confrontaciones o exponer su falta de propuestas.
Sin embargo, en la construcción de este proyecto también participará la dirigencia del partido tricolor, que a fin de cuentas será el responsable principal de éste. No por ello, el mandatario estatal deberá mantenerse cerca de la elaboración e influir en la redacción del mismo, pues no sólo significará un elemento más en la competencia electoral, sino que marcará la fortaleza o debilidad con la que el gobernador respaldará sus aspiraciones.
Por el momento, Peña Nieto ha dado señales de esto y hace unos días, durante una presentación ante los medios de comunicación, exhortó a los priístas a comenzar la construcción de esta plataforma: “Estamos en el tiempo oportuno, en la gran oportunidad de atender la convocatoria de la dirigencia del partido, para ir trabajando a la par de ir definiendo método y proceso para la  selección del candidato, ir construyendo también de manera muy comprometida esta plataforma, esa oferta política que permita al PRI ganar la confianza ciudadana”.
En fin, a diferencia de su campaña por la gubernatura del estado, los mexicanos no serán tan fáciles de convencer con promesas firmadas y una imagen de televisión. *

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