Transitar hacia tecnologías y productos más ecoamigables es el reto de las industrias, ya que la preocupación por el cuidado del planeta dejó de ser una simple moda.
La competitividad y el cuidado del medio ambiente ya no están peleados, es más, poco a poco se van dando pasos en todas las industrias para que lejos de chocar, estos conceptos converjan tanto en los beneficios para las empresas como para el planeta.
Por ello, el avance tecnológico y la creación de nuevos productos están cada vez más interrelacionados, no sólo en su producción, si no a lo largo de toda la cadena de producción, es decir, desde la obtención de materias primas hasta su uso/aplicación final, lo que permite combatir los viejos fantasmas de que los negocios y el medio ambiente son enemigos.
En este contexto, la industria química ha sido vista como una de las que más daño genera al medio ambiente –desde su etapa de experimentación hasta la producción–, sin embargo las actuales dificultades ecológicas y la preocupación globalizada por el ambiente la han orillado a replantear su rol tanto en la generación como en la solución del problema.
Así, esta industria se ha dado a la tarea de buscar productos que sean amigables con el entorno, y a la par productos de calidad.
Ejemplo de ello es Eastman Chemical –compañía química global que fabrica y comercializa productos químicos, fibras y plásticos que son ingredientes para artículos de uso diario en más de 15 mercados como adhesivos y sellados, electrodomésticos, construcción y edificación, biodisel y agricultura, alimentos y bebidas, cuidado infantil, cosmética y cuidado personal, entre otros. Con sus más recientes lanzamientos –Solus 3050 y el polímero CAB–, pretende demostrar que un producto químico puede ser amigable con el ambiente y de calidad al mismo tiempo.
Por un lado, Solus 3050, de su familia de aditivos del mismo nombre, es un producto diseñado para la industria automotriz que cambiará los productos de pintura, ya que normalmente estos tienen base de solvente, lo que modificará por uno base agua. Es utilizado para recubrimientos industriales y repintado automotriz, entre otros, además de ser compatible con la mayoría de las pinturas, mejorando características como el lijado, el tiempo de secado, el brillo, la fluidez, etcétera. También los costos se ven reducidos con este producto, lo que mejora la competitividad.
De acuerdo con Marisol Cosio, coordinadora de Comunicación de Marketing de Eastman Chemical en México, los resultados de este producto han sido bien recibidos tanto por la industria automotriz como por los fabricantes de pinturas, quienes observan en él una ventaja comparativa y un diferenciador respecto a sus competidores.
Por su parte, el polímero CAB –también de uso en el sector de los autos y soluble en una amplia gama de disolventes que actualmente están exentos de ciertas normas de contaminación del aire– ha logrado la misma aprobación.
Presentados en el marco del Latin American Coatings Show 2011, que se realizó en la Ciudad de México a mediados del mes pasado, estos productos no sólo han sido bien recibidos por esas partes de la cadena productiva, sino también por organismos que protegen al medio ambiente, pues recientemente Eastman fue nombrada como una de las 100 empresas más verdes en EU, gracias a sus investigaciones y desarrollos que buscan la utilización de mucha menos energía en el proceso y la generación de tecnologías mucho más amigables.
“Todas las empresas deben empezar a preocuparse no sólo por la responsabilidad social. Como compañía se tiene el compromiso de hacer las tecnologías más amigables con el ambiente y sustentables, lo que las suman a esta generación de lo sustentable”, subraya Marisol Cosio.
Por ejemplo, en la última década, la compañía química ha reducido su huella ecológica: disminuyó los gases de efecto invernadero (GEI) de intensidad del 18%, redujo la intensidad energética en 33% y acortó compuestos orgánicos volátiles (VOC) en 41%.
En este sentido, agrega, Eastman tiene planes para seguir aumentando su cartera de productos sustentables, incluso cuenta con un equipo que trabaja al 100% en este tema, pues “más que moda es un estilo de trabajar que deberían adoptar todas las empresas”.
En fin, hoy el reto para las empresas, cualquiera que sea su giro, es adaptar su tecnología a los requerimientos del medio ambiente –cambiar la forma en qué se hacen las cosas– y el mercado será un jugador importante en ello, pues será quien ponga las exigencias, como ya lo empiezan a hacer algunos clientes, quienes piden normas y productos más sustentables, al grado que estas medidas se volverán parte de la evaluación hacia los proveedores.
Por Erick Zúñiga
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