lunes, 22 de agosto de 2011

BIOTECNOLOGÍA. Un campo de oportunidad

El entorno y el desarrollo exigen que cada país cumpla y se haga responsable de su seguridad alimentaria, y la aplicación de tecnología es necesaria para complementar las soluciones del campo.
La biotecnología es una de las malas cosechas del campo mexicano. Producto, entre otros factores, del desconocimiento y falta de información que hoy no sólo la sataniza y cataloga de contra natura, sino que también impide su avance como una herramienta complementaria para un campo descuidado y en constante riesgo de no satisfacer siquiera las necesidades alimentarias del país.
No es extrañar que México sea un país de contrastes: por un lado una economía integrada en la competitividad, la modernización, las dinámicas del mercado mundial; pero por otro caracterizado por el desequilibrio que se  observa en estructuras rezagadas que se traducen en improductividad y pobreza para un alto porcentaje de la población, principalmente en el ámbito rural, cuyo nexo innegable es el campo.
En este sentido, la problemática agrícola nacional es un amplio abanico que va desde la falta de educación, la carencia de recursos públicos, el atraso tecnológico, hasta la ausencia de políticas públicas de gran calado, pasando por la insuficiencia de infraestructura, los bajos niveles de producción y el temor, en su mayoría infundado, sobre las tendencias provenientes del exterior.
Es en este contexto que la biotecnología, más allá de las cargas positivas y negativas que le acompañan, es en esencia una caja de herramientas que complementa la resolución de la problemática en la producción agrícola , que no pretende, como algunos investigadores consideran, convertirse en la única solución al respecto. Pensar eso no sólo es equívoco, sino también inviable.
Desdeñar los esfuerzos y el trabajo que en México se ha estado haciendo en esta materia,  demerita la investigación que desde hace más de 20 años se ha realizado en torno a la biotecnología y cierra las puertas al avance tecnológico que cada vez adoptan más países para optimizar los resultados en su campo y eficientar los procesos en el mismo, para así poder cumplir con su obligación elemental de autosuficiencia y responder oportunamente a las alertas alimentarias y al cambio climático.
Ésta es la razón por la que las declaraciones vertidas por Olivier De Schutter, relator especial sobre el derecho a la alimentación de la ONU, generaron el descontento de diferentes actores de la biotecnología en México, quienes consideran que los comentarios sobre imponer una nueva moratoria a la experimentación y la introducción de maíz transgénico en campos de cultivo del país no sólo tendrá implicaciones negativas para los productores y mantendrá las dependencias comerciales de este alimento, sino que impedirá a México avanzar en la creación e implementación de tecnología propia en este rubro, afectando la competitividad nacional y la autosuficiencia que países como Argentina y Brasil, que empezaron más tarde la investigación en biotecnología, han conseguido y hoy se encuentran por encima de México en esta materia.
El desarrollo de esta tecnología es una tendencia creciente, como señalan las cifras de la International Service for the Acquisition of Agri-biotech Aplications (ISAAA): La superficie sembrada con cultivos biotecnológicos pasó de 134 millones de hectáreas (mdh) en 2009 a 148 mdh en 2010 (14 mdh más). Que equivale a 10% de los 1,500 mdh agrícolas sembradas a nivel mundial.
La superficie acumulada sembrada con cultivos biotecnológicos entre 1996 y 2010, superó los 1,000 mdh multiplicándose 87 veces en este período. Y en 2010, 15.4 millones de agricultores sembraron cultivos biotecnológicos (11% más que en 2009), de los cuales más de 90% (14.4 millones) fueron pequeños agricultores de países en desarrollo.
Lo ciertos es que lo dicho por De Schutter abona el debate de la biotecnología en el campo –en la totalidad de sus herramientas, no sólo de los transgénicos–, al poner nuevamente en la mesa de análisis la viabilidad de esta ciencia a favor de las cosechas mexicanas y los avances en investigación, que a más de una década de dicha moratoria, hoy son vistos como una oportunidad para el desarrollo del campo nacional.
¿Pero que ha frenado el avance de la biotecnología en el campo? ¿Por qué los conocimientos generados en las academias, instituciones y entidades no se han traducido en beneficios directos para la sociedad y la economía nacional? ¿Cuál es el origen de los temores que impiden la aplicación de esta ciencia en una actividad elemental como la agricultura? ¿Qué obliga a las autoridades a mantener una postura cautelosa para superar la barrera de la experimentación y abrir  la puerta a la implementación colectiva de herramientas como la modificación genética?
Las respuestas, de acuerdo con los expertos consultados en esta investigación periodística, son tan variadas como la complejidad del campo mexicano.
Para el propio De Schutter, introducir y propagar el maíz transgénico en México no representará un beneficio más para a los agricultores, puesto que los llevaría a depender de manera progresiva de los proveedores de semillas, protegidos por los derechos de propiedad intelectual, que hacen a la agricultura excesivamente cara, por lo que antes de abrir esa caja de Pandora es necesario llevar a cabo una nueva reforma agraria que se centre en los pequeños productores y busque la ampliación de técnicas agroecológicas, comenzando por políticas de desarrollo agrícola en favor de los pobres.
Previamente, y en esta misma dirección, la Comisión para la Cooperación Ambiental (CCA) recomendó al gobierno mexicano mantener y fortalecer la moratoria a la siembra comercial de maíz transgénico y reducir las importaciones de este maíz hasta no contar con las investigaciones que precisen el riesgo de contaminación genética del maíz mexicano, para formular políticas de bioseguridad, estrategias para la conservación de la biodiversidad y planes para la posible aplicación futura de la ingeniería genética en México.
José Luis López Martínez, vicepresidente del Consejo Nacional Agropecuario (CNA), considera que dichos señalamientos carecen de información real sobre el caso de México y que “dar el salto a la parte comercial” beneficiará y dará mayores elementos de competencia a los pequeños productores, pues les permitirá enfrentar situaciones que afectan y destruyen miles de hectáreas de cultivo año con año.
“Lo que le urge al país es beneficiarse de las bondades que ya se tienen con el mejoramiento biotecnológico. No veo la razón para que se impida aprovechar esta tecnología para producir su propio alimento”, apunta el agrónomo.
Tal como fue el caso de las pasadas heladas en Sinaloa a principios de año, donde cerca de 30,000 hectáreas de cultivos de maíz, frijol y hortalizas sufrieron daños totales ante las bajas temperaturas del en el norte de esta entidad y generó pérdidas de alrededor de 800 millones de pesos.
Esa tragedia, añade, pudieron haberse evitado si el campesino tuviera la posibilidad de emplear material genéticamente alterado para resolver una crisis que los métodos tradicionales de siembra son incapaces de resolver.
A su vez, Ariel Álvarez Morales, secretario ejecutivo de la Comisión Intersecretarial de Bioseguridad de los Organismos Genéticamente Modificados (Cibiogem), no sólo destaca que declarar una nueva moratoria a los organismos genéticamente modificados (OGM), en particular al maíz, sería quitar la oportunidad a los pequeños productores de lograr un mejor nivel de vida, sino que también mandaría “malas señales sobre el campo mexicano, tal como hiciera la demora aplicada en 1998, la cual no generó conocimiento a la materia, desincentivó a los investigadores y rezago las evaluaciones de las características de los cultivos más apropiados para el país.
“Hay países desarrollados y emergentes que han considerado que la biotecnología puede y debe ser una herramienta a considerar dentro de la amplia gama de la agricultura que asegure eventualmente la independencia alimentaria, elemento clave para un país que desee pasar de las vías del desarrollo al desarrollo”, destaca el directivo de la Cibiogem.
Para el investigador Pedro Rocha, coordinador del Área de Biotecnología y Bioseguridad, de Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), el quid del asunto se encuentra en los errores de comunicación que desde un inició envolvieron a la biotecnología, pues la errónea difusión que desde un principio realizaron los científicos impidió conocer la esencia de esta ciencia, provocando que unos la satanizaran y otros la vieran como la panacea para todos los problemas, cuando no es una ni otra, sino que debería ser vista como una posibilidad que complementa y potencia la solución de la problemática.
“Que uno u otro grupo apoye o no algún tipo de tecnología se debe principalmente a la desinformación o la mala información. Erróneamente se percibe a la biotecnología como una sola herramienta y no como la caja de varias técnicas. El problema es que a la gente le ha llegado el mensaje de que la única técnica es la transgénesis y eso es falso, hay muchas. Eso es lo que se debe corregir”, subraya el especialista de IICA.
Lo verdaderamente importante, agrega, es generar metodologías que ayuden a resolver los problemas, sin importar quién las desarrolle, ya sean las grandes empresas trasnacionales o los centros de investigación.
Es una tarea esencial, coinciden los expertos, sobre todo en el entorno de una crisis alimentaria con factores que no se presentaron en crisis pasadas, lo que está poniendo en jaque la sostenibilidad y la seguridad alimentaria en el mundo.
En conclusión, el debate sobre los pros y los contra de la biotecnología en la agricultura mexicana sigue trabado, aún cuando existe un trabajo de investigación de más de 20 años que abona suficiente información para comenzar a tomar decisiones y simultáneamente continuar con la revisión científica; México ya está rezagado y continuar en el limbo entre experimentación y comercialización sólo le resta competencia y avance. El mundo, o en específico el campo, está cambiando y no esperará por nadie.
(En la edición 348 de El Semanario, http://www.elsemanario.com.mx/)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario